Hoy día la luz eléctrica ha difuminado nuestros temores nocturnos en la claridad del día; pero, en la antigüedad, la oscuridad de la noche, tan solo paliada por las tenues caricias lunares, cobraba mucha más importancia en el devenir cotidiano: cuando caía el Sol, el trabajo se detenía y tan solo los más osados y los malintencionados se atrevían a deambular entre las tinieblas, momento en el que también encallan los barcos y se aproximan los traidores enemigos, entre otros sucesos funestos. Por tanto, no resulta extraño que los griegos le atribuyesen a la Noche (Nyx) una descendencia de lo más espantosa.
El primero de los hijos que alumbró sin intermediación de padre alguno fue a Moros («la Suerte»), al que siguieron Ker y el alado Tánato («la Muerte»). Parió también a Hipnos («el Sueño») y a la tribu de los Sueños. Por si fueran pocos, además fue madre de Momo («la Burla»), el doloroso Lamento, y las Hespérides, unas ninfas que custodiaban un jardín, situado en el extremo occidental del mundo, en el que crecían frutos de oro.
Del vientre de la Noche también nacieron la Moiras y las Keres. Las primeras se llamaban Cloto, Láquesis, Átropo y eran la personificación del destino. Con el tiempo, los poetas las imaginaron como tres ancianas que fijaban la duración de la vida de los mortales. Cada vida era un hilo que una hermana hilaba, otra devanaba y la tercera cortaba poniendo fin a la existencia del humano a quien correspondiese
Las Keres, por su parte, son otra deidad abstracta muy compleja. En el mismo Hesíodo aparecen de forma confusa, ora como una sola persona, ora como varias. En tiempos arcaicos quizá se imaginaban como unos seres alados, de negra piel y afilados dientes blancos, que se llevaban a los muertos del campo de batalla. De hecho, parece ser que personificaban el destino de los héroes o los combatientes.
Así mismo, de la funesta Noche nacieron Némesis («la Venganza»), Apate («el Engaño»), Gera («la Vejez»), Eris («la Discordia») y el único de sus hijos que no me parece terrible: Filote («la Ternura»).
Pero peores aún fueron las criaturas que alumbró la funesta Eris, quien también sin compañero tuvo al Olvido, al Hambre, los Dolores, los Combates, las Guerras, Matanzas, Masacres, Odios, Mentiras, los falsos Discursos, las Ambigüedades, al Desorden, la Destrucción y al Juramento.
Todas estas abstracciones representan fuerzas cósmicas que sólo volverán a aparecer en los mitos como figuras metafóricas.
Bueno, los dioses empiezan a entrecruzarse, son cada vez más y corremos el riesgo de empezar a perdernos. No te preocupes, por el momento tan solo es importante que recuerdes que tras los primeros instantes del Universo ha aparecido una primera generación de dioses, llamados titanes y comandados por Cronos, que han destronado a su padre Urano. Además, ha nacido ya Afrodita, una diosa fundamental en el mundo clásico.
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